Viaje a Etiopía - Conclusiones

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Durante mi estancia en Etiopía, mi sensación fue desplazándose de un sentimiento inicial de culpabilidad a una especie de reconciliación conmigo mismo y con el entorno en virtud de cierta perspectiva histórica. Yo no soy responsable de mi cultura, y ellos tampoco de la suya, pero eso no las hace válidas automáticamente. Ni a la mía ni a la de ellos. No se puede frivolizar diciendo que ellos son así y ya está, ni para tenerles lástima ni para olvidarse del tema.

Pienso que hay que ayudar a esta gente, pero desde una actitud realista, positiva y no culpable. Todos tuvimos casi las mismas oportunidades y aquí estamos, unos ricos y otros pobres. Precisamente Etiopía no puede culpar de su pobreza al colonialismo como pueden hacer otros países, ya que nunca fue colonizado. Ha estado potencialmente en posición de ser un país poderoso y no lo ha llegado a ser nunca. No me veo capaz de decir los motivos de su fracaso como país, desde luego. En cualquier caso la ayuda que necesitan no es sólo monetaria, o de inversiones, o de formación, que desde luego hace falta; lo más importante que necesitan es un cambio de cultura. Transformar su milenaria cultura de acabar el día vivo y con el estómago lleno en otra cultura que favorezca la voluntad de progresar, de dejar algo a sus hijos para el futuro. Lo dicen ellos mismos, alguna gente del país es consciente de este problema y trabajan para solucionarlo. Creo que lo que hay que hacer es apoyar a esta gente y crear cultura desde dentro de alguna manera.

Por lo que nos contaron el gobierno etíope no está haciendo lo suficiente en este sentido, padece la misma enfermedad que los individuos, como suele suceder en cualquier país.

Iniciativas como la de Tim & Kim (Tim & Kim Village), la de Kaleab en Intermón Oxfam o incluso las más pragmáticas de gente como Dawit o Bedasa, que crean un negocio próspero y estable, son las que pueden levantar ese país.





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