Viaje a Tanzania - Conclusiones

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Aunque nuestro viaje a Tanzania ha sido en su mayor parte un viaje de placer, hemos tenido oportunidad de vivir por un corto periodo de tiempo en otro país africano. Un país con grandes posibilidades para el turismo, y en el que se nota cómo el dinero que entra por este sector empresarial (mucho, como pudimos comprobar) no parece difundirse demasiado entre la población. Ocurre lo de siempre, lo que probablemente ocurría en nuestro propio país en los años sesenta: los empresarios no están interesados en mejorar la situación de sus semejantes, sino, como mucho, la de sus propias familias. Los guías, porteadores, conductores, etc. no ganan grandes sueldos, y la mayor parte de lo que se paga en una subida al Kilimanjaro, por ejemplo, se lo queda una minoría, la que menos lo necesita. Y una parte va al gobierno, también, pero tampoco parece que haya una redistribución de la riqueza en condiciones. Hacen falta grandes avances sociales, que los trabajadores de este sector se organicen y mejoren su situación, que el pueblo exija a su gobierno supuestamente democrático que lleve bien sus cuentas y levante un país pobre que podría ser rico.

STAESA organiza estancias en algunos países africanos para gente que no quiere hacer voluntariado, sino turismo. Al menos de este modo el dinero que de otra forma iría a los hoteles se distribuye entre los proyectos que tienen en ese país. Este año comprobamos por nosotros mismos cómo funciona y visitamos, entre safari y montaña, algún que otro proyecto.

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué el valle del Rift, nuestra cuna, es una de las zonas más pobres del mundo? A lo mejor se trata simplemente de un problema de sincronización, es prácticamente imposible que todos avancemos a la vez, igual que si varios coches salen por caminos diferentes con un mismo destino sería un milagro que llegaran a la vez. O quizás no, el problema es más grave y difícil de resolver, como la historia reciente nos hace ver, historia en la que podemos comprobar lo poco que les hemos ayudado. En cualquier caso, aunque sólo sea por compensar a África por los siglos de explotación y esclavitud a los que los hemos sometido europeos y árabes, creemos que tenemos que hacer algo, tenemos que echarle gasolina a su coche para que puedan llegar a donde nosotros estamos.

Esta vez hemos echado poca gasolina y nos hemos dejado llevar bastante por el turismo tradicional de la zona. Pero con los apenas 4 días convividos con la familia de Sam podemos asegurar que este tipo de turismo solidario, funciona. Ayudas a un sector más necesitado del país, te empapas más de su gente y de su cultura, intercambias experiencias,... al final todos ganamos. Pruebalo, hay muchas ONGs que lo incluyen en sus actividades (STAESA, SodePaz, Vicente Ferrer,... )



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