La Última Lección

La Última Lección
 Randy Pausch




"La última lección" es un libro autobiográfico nacido tras la exitosa última conferencia (última porque le diagnosticaron un cáncer y 6 meses de vida) que Randy Pausch dio en septiembre de 2007 basada en la realización de tus sueños de infancia.

"Vídeo Resumen de la conferencia"

Mi preferida:
Si solo pudiera dar tres palabras de consejo, serían: "Decid la verdad". Si pudiera añadir tres más, serían: "Por siempre jamás". Mis padres me enseñaron que una persona vale lo que vale su palabra; no hay mejor modo de explicarlo.
La sinceridad no solo está bien desde el punto de vista moral, sino que además es eficiente. En una cultura donde todo el mundo dijera la verdad, se ahorraría tiempo en comprobaciones.



  • ¿Qué es lo que solo yo puedo ofrecer?
    Comprendí que lo que me hacía diferente radicaba en los detalles de todos los sueños, desde los más significativos a los decididamente estrafalarios, que definían mis cuarenta y seis años de existencia. Allí sentado supe que, pese al cáncer, podía considerarme un hombre afortunado porque había vivido mis sueños. Y en gran medida los había vivido gracias a lo que por el camino me había ido enseñando toda clase de gente extraordinaria.


  • Mi padre me enseñó que hay que poner sobre la mesa los problemas que nadie menciona. Pues bien, mis tomografías computarizadas muestran que tengo aproximadamente una decena de tumores en el hígado y según los médicos me quedan unos seis meses de buena salud.


  • No podemos cambiar las cartas que se nos reparten, pero sí como jugamos nuestra mano.


  • De crío yo pensaba que había dos clases de familias:
    1.- Las que necesitan un diccionario durante la cena.
    2.- Las que no.
    Nosotros pertenecíamos al primer tipo. Casi todas las noches terminábamos consultando el diccionario, que guardábamos en un estante situado a solo seis pasos de la mesa. Mis padres solían decir: “Si tienes una pregunta, encuentra la respuesta”.
    En mi casa no nos quedábamos sentados como vagos preguntándonos por la respuesta. Nosotros teníamos un método mejor: abrir la enciclopedia. Abrir el diccionario. Abrir la mente.


  • Mi padre me aconsejó cómo labrarme un camino en la vida. Me decía cosas como: "No tomes decisiones hasta que sea necesario". También me advirtió que cuando estuviese en una posición de fuerza, ya fuese en el trabajo o en las relaciones personales, jugara siempre limpio. "Ir sentado al volante, me decía, no implica que tengas que atropellar a la gente".


  • También creo que mi padre me recordaría que los niños necesitan, más que cualquier otra cosa, saber que sus padres les quieren. Y no hace falta que los padres vivan para que eso ocurra.


  • Es importante tener sueños específicos.
    Cuando estudiaba primaria muchos niños querían convertirse en astronautas. Yo, pese a mi juventud, era consciente de que la NASA no me aceptaría. Tenía entendido que los astronautas no podían llevar gafas. No me parecía mal. En realidad, no ansiaba el paquete completo del astronauta. Sólo quería flotar.

    Resulta que la nasa tiene un avión que utiliza para que los astronautas se vayan aclimatando a la gravedad cero. Todo el mundo lo llama "Cometa Vómito", aunque la NASA se refiere a él como "La Maravilla Ingrávida" en un alarde de relaciones públicas destinado a distraer la atención de lo evidente.
    ...

    Mi sueño se convirtió en algo posible cuando descubrí que la NASA tenía un programa que permitía a los estudiantes universitarios presentar propuestas para realizar experimentos en el avión. En 2001 nuestro equipo de estudiantes de Carnegie MEllon presentó un proyecto sobre realidad virtual.

    La ingravidez es una sensación difícil de imaginar cuando te has pasado la vida como terrícola. En gravedad cero, el oído interno, que controla el equilibrio, no termina de sincronizarse con lo que te dicen los ojos, y eso suele provocar náuseas. ¿Podría ser de ayuda realizar simulacros en el suelo mediante realidad virtual? Esa era la pregunta que planteaba nuestro proyecto y con la que ganamos una invitación para subir al avión del Centro Espacial Johnson de Houston.

    Seguramente yo estaba más emocionado que cualquiera de mis alumnos. ¡Flotar! Pero a última hora me dieron una mala noticia. La NASA dejó muy claro que, bajo ningún concepto, permitirían que un docente volara con los estudiantes.
    Me rompieron el corazón, pero no desistí. Encontraría la manera de sortear esa barrera. Decidí leer atentamente todo lo relativo al programa en busca de una laguna en el reglamento. Y la encontré: la NASA, siempre deseosa de una buena publicidad, permitía que un periodista de la población de los estudiantes los acompañaran durante el vuelo.
    Llamé a un oficial de la NASA y le pedí su número de fax. Me preguntó que pensaba enviarles. Se lo conté: mi renuncia como asesor docente y mi solicitud como periodista.
    - Acompañaré a mis estudiantes en mi nueva función de representante de los medios de comunicación.
    - Se le ve un poco el plumero, ¿No le parece?
    - Desde luego, admití, pero también le prometí que colgaría información sobre el experimento en nuestra web y mandaría el vídeo de nuestros trabajos de realidad virtual a periodistas de los canales mayoritarios. Sabía que podía conseguirlo y todos saldríamos ganando. Me dio su número de fax.

    A modo de nota al margen, esa anécdota nos enseña una cosa: aportad siempre algo, porque seréis mejor recibidos.
    ...

    Pero conseguí subirme a ese avión, casi cuatro décadas después de que flotar se convirtiera en una de las metas de mi vida. Lo que demuestra que si logras dar con una rendija, probablemente encontrarás también el modo de cruzarla flotando.








  • Fundamentos. Esa es la gran enseñanza que nos regaló el entrenador Graham. Fundamentos, fundamentos, fundamentos. Como profesor universitario, he comprobado que es una lección que muchos jóvenes ignoran, siempre en su perjuicio: tienes que tener claros los fundamentos, porque si no el resto no funcionará.
    ...
    - El entrenador Graham ha sido muy duro contigo ¿verdad?
    Apenas conseguí musitar un sí,
    - Eso es bueno, me aseguró el ayudante. Cuando la cagas y nadie te dice nada es porque te consideran un caso perdido.
    Es una lección que he tenido presente toda la vida. Cuando ves que estás haciendo algo mal y nadie se molesta en decírtelo, tienes un problema.


  • Autoestima.
    Hoy en día se habla mucho de fomentar la autoestima de los niños. No es algo que pueda dárseles, tienen que construírsela ellos mismos. El entrenador Graham no trabajaba el tema de los mimos. ¿Autoestima? El hombre sabía que solo hay un modo de enseñarle a los niños a desarrollarla: les das algo que no saben hacer, trabajan duro hasta que aprenden a hacerlo y luego te limitas a repetir el mismo proceso.


  • Trabajo en equipo.
    Cuando apuntamos a nuestros hijos a practicar deporte, rugby, fútbol, natación, da igual, la mayoría de nosotros no lo hace porque queramos que aprendan las complejidades del deporte.
    Lo que en verdad queremos que aprendan es mucho más importante: el trabajo en equipo, la perseverancia, la deportividad, el valor de trabajar duro y la capacidad de enfrentarse a las adversidades. Esas enseñanzas indirectas son lo que algunos llamamos regates.
    Existen dos clases de regates. El primero es literal. En un campo de fútbol, el jugador mueve la cabeza a un lado para hacerte creer que va en esa dirección. Luego arranca en la contraria. Como el engaño de un mago. El entrenado Graham solía aconsejarnos que mirásemos la cintura del jugador. "Él va adonde vaya su barriga", nos decía.
    La segunda clase de regate es la verdaderamente importante: enseña a la gente cosas que no se dan cuenta que están aprendiendo hasta que ya están en pleno proceso de aprendizaje. Si eres un especialista de esta clase de regate, tu objetivo oculto es conseguir que aprendan algo que tú quieres que sepan.
    Se trata de un tipo de aprendizaje absolutamente vital. Y el entrenador Graham era todo un maestro en él.


  • "No creo en un escenario donde no se pueda ganar"
    Durante el tratamiento para el cáncer, cuando me explicaron que sólo el cuatro por ciento de los pacientes con cáncer de páncreas sobreviven cinco años más, me vino a la cabeza una frase de la película de Star Trek La ira de Khan. En la película, los cadetes de la Flota Estelar se entrenan en un escenario simulado donde, hagan lo que hagan, toda la tripulación termina muerta.La película cuenta que cuando Kirk era cadete reprogramó la simulación porque "no creía en un escenario donde no se pudiera ganar".
    A lo largo de los años algunos de mis colegas académicos más sofisticados han arrugado la nariz ante mi pasión por Star Trek.
    Pero, desde el principio, nunca ha dejado de serme útil.
    Cuando Shatner se enteró de mi diagnóstico, me envió una foto suya caracterizado de Kirk. Con la siguiente frase manuscrita: "No creo en un escenario donde no se pueda ganar".


  • Los muros.
    ¿Ninguno? ¡Es una empresa famosa por contratar ejércitos enteros de gente para que le barran las calles! ¿Disney no tenía un empleo para mí? ¿Ni siquiera de barrendero?
    Menudo bajón. Pero no olvidé lo esencial: los muros existen por alguna razón. Y no es para mantenernos fuera. Los muros existen para darnos la oportunidad de demostrar hasta qué punto deseamos algo.
    ...
    "... Los muros están para frenar a la gente que no desea suficientemente algo. Están para frenar a los demás".


  • Tú decides.
    Por muy mal que vayan las cosas, siempre puedes empeorarlas. De igual modo, suele estar a tu alcance el mejorarlas. Así lo aprendía la Noche vieja de 2001.
    ...
    El nacimiento de Dylan me recordó el papel que cada uno de nosotros desempeña en su destino. Jai y yo podríamos haberlo empeorado todo de habernos venido abajo. Ella podría haberse puesto tan histérica que habría entrado en shock. Yo podría haberme visto tan afectado que no habría sido de ninguna ayuda en el quirófano.
    Creo que en ningún momento de aquella experiencia terrible nos dijimos: "No es justo". Seguimos adelante. Nos dimos cuenta de que podíamos hacer ciertas cosas para ayudar a que todo acabara bien... y las hicimos. Sin necesidad de expresarla en palabras, nuestra actitud fue la de tomar las riendas de la situación y pelear.


  • El presente.
    Mi mujer intenta concentrarse en el presente en lugar de en las cosas negativas que están por llegar. Según Jai: "No sirve de nada pasarse los días temiendo el mañana".


  • Ese día llevé a Dylan a ver una película sobre un fabricante de juguetes: Mr. Magorium y su tienda mágica. Había leído una reseña en internet, pero no comentaba que Míster Magorium había decidido que había llegado su hora y debía legar la tienda a una aprendiza. De modo que me encontré en el cine con Dylan en el regazo, llorando porque Míster Magorium se estaba muriendo. (Dylan no conocía mi pronóstico.) Si mi vida hubiese sido una película, los críticos hubieran machacado la escena con Dylan por ser demasiado evidente. No obstante, una frase del diálogo me recordó a mí. La aprendiza (Natalie Portman) le dice al juguetero (Dustin Hoffman) que no puede morir, que tiene que vivir. A lo que él le responde: "Eso ya lo he hecho".


  • Lecciones de pareja.
    Cuando Jai y yo hablamos de las lecciones que le ha enseñado nuestro viaje, comenta que el apoyarnos mutuamente, hombro con hombro, nos ha dado fuerzas. Dice que se siente agradecida porque podemos hablar con el corazón en la mano. Y luego me habla de que dejo la ropa por toda la habitación y que la saca de sus casillas, pero que, visto lo visto, me lo perdona. Lo sé: tengo que recoger antes de que se ponga a garabatear en su diario, se lo debo. Me esforzaré más. Es uno de mis propósitos de Año Nuevo.


  • Consejos.
    La máquina me había cobrado dos veces.
    Tenía que tomar una decisión. Podría a ver ido en busca del encargado, que habría escuchado mi historia, rellenado un formulario y restado de mi tarjeta un cargo de 16,55 dólares desde su caja registradora. Esa tediosa molestia se habría alargado diez o quince minutos. AY no me habría divertido ni un sólo segundo.
    Dado el tiempo que me quedaba, ¿quería desperdiciar aquellos preciosos minutos en que me devolvieran el dinero? No. ¿Podía permitirme pagar 16,55 dólares más? Sí. De modo que salí de la tienda más contento de tener quince minutos que dieciséis dólares.
    ...
    - Hay que gestionar el tiempo de forma explicita, como el dinero.
    ...
    - Siempre se puede cambiar de plan, pero solo si tienes alguno.
    ...
    - Preguntaos si estáis invirtiendo e tiempo en las cosas adecuadas.
    ...
    - Cread un buen sistema de archivo
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  • Educación.
    Al final, el mayor servicio que los educadores pueden prestar a los estudiantes es ayudarles a ser más autoconscientes. La única manera de mejorar – tal y como me enseñó el entrenador Graham – es desarrollando la capacidad de evaluarnos a nosotros mismos. Si no somos capaces de hacerlo, ¿Cómo vamos a discernir si empeoramos o mejoramos?


  • Trabajo en equipo.
    Tommy tenía seis años cuando, en 1977, se estrenó la primera película de La Guerra de las galaxias.
    – Otros niños querían ser Hans Solo - me contó-. Yo no. Yo quería ser el tío que había hecho los efectos especiales: las nave espaciales, los planetas los robots.
    ...
    Tommy os dirá que fui en jefe bastante duro. Tal y como él lo recuerda, le exigía mucho y esperaba mucho de él, pero Tommy sabía que lo hacía por su bien. Me compara con un entrenador de fútbol exigente. (Supongo que me limitaba a aplicar las enseñanzas del entrenador Graham.) Tommy también afirma que de mí no sólo aprendió a programar realidad virtual, sino que aprendió que los colegas del trabajo necesitan formar una especie de familia. Me recuerda diciéndole: "Sé que eres listo. Pero aquí todos lo son. No basta con ser listo. La gente que quiero en mi equipo es la que colabora para que los demás sean felices en el grupo".
    ...
    "Chicos, no ha estado mal, pero sé que podéis hacerlo mejor".
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    Lo que más me gustaba de todo el asunto era la importancia crucial del trabajo en equipo para el éxito de los proyectos. ¿Hasta donde podían llegar aquellos alumnos? No tenía ni idea. ¿Podrían alcanzar sus sueños? La única respuesta segura para tal pregunta era: "En este curso, tú solo no podrás".


  • "Alice".
    Pueden posibilitarse los sueños ajenos a diferentes escalas.
    Puede hacerse uno a uno,... puede hacerse a cincuentenas o a cientos... se puede intentar hacer a gran escala...
    Me gustaría creer que esa es la historia de , la herramienta informática de aprendizaje que tuve la fortuna de ayudar a desarrollar en Carnegie Mellon. Alice permite a los estudiantes de de introducción a la programación -y a cualquiera, joven o viejo- crear animaciones fácilmente para contar una historia, jugar de manera interactiva o realizar un vídeo. Emplea diseños tridimensionales y técnicas de arrastrar-y-soltar para poner a disposición de los usuarios una primera experiencias de programación más atractiva, menos frustrante. Alice es un programa libre que Carnegie Mellon ofrece como un servicio público y que ya se han descargado más de un millón de personas.


  • Comprendo los argumentos acerca de que los miles de millones de dólares que se gastaron en llevar el hombre a la Luna podrían haberse invertido en luchar contra la pobreza y el hambre en la Tierra. Pero, veréis, soy un científico que considera la inspiración la más útil de todas las herramientas para hacer el bien.


  • Seriedad/modernidad.
    Siempre preferiré a una persona seria que a una moderna, porque la modernidad existe solo a corto plazo. La seriedad es a largo plazo.
    La seriedad está muy subestimada. Nace de dentro, mientras que ser moderno consiste en intentar impresionar mediante la superficie.


  • Quejarse.
    Demasiada gente pasa por la vida quejándose de sus problemas. Yo siempre he creído que si la gente invirtiera una décima parte de la energía que malgasta en quejarse en resolver el problema, les sorprendería descubrir lo bien que pueden funcionar las cosas.
    ...
    La moraleja de sus vidas es la siguiente: quejarse no es una buena estrategia. Todos disponemos de un tiempo y una energía limitados. Es muy improbable que el tiempo que invertimos quejándonos nos ayude a alcanzar nuestras metas. Y no va a hacernos más felices.


  • El que dirán.
    He descubierto que un porcentaje sustancial de los días de mucha gente se va en preocuparse por lo que los demás piensan de ellos. Si nadie se preocupara nunca por el qué dirán, ganaríamos un 33 por ciento de eficacia en la vida y el trabajo.


  • Las cartas sobre la mesa.
    Cuando tengo que trabajar con otras personas, intento imaginarnos sentados juntos con una baraja de cartas. Yo siempre tiendo a poner todas mis cartas sobre la mesa, al descubierto, y decirle al grupo: "¿Qué podemos hacer colectivamente con esta baza?".
    Ser capaz de trabajar bien en equipo es vital y necesario tanto para el mundo laboral como en la familia.
    ...
    Estos son algunos trucos:
       Presentaos como es debido...
       Descubrid puntos en común...
       Buscad condiciones optimas para reuniros...
       Que hable todo el mundo...
       Dejad los egos en casa...
       Elogiaos unos a otros...
       Plantead las alternativas como preguntas...


  • Esperad lo mejor de todo el mundo.
    Este bonito consejo me lo dio una vez Jon Snoddy, mi héroe de Disney Imagineering. Me impresiono su modo de plantearlo: "Si esperas el tiempo suficiente, la gente te sorprenderá y te impresionará".
    En opinión de Jon cuando la gente te decepciona, cuando te enoja, puede que solo sea porque no les has concedido suficiente tiempo.
    Jon me advirtió que en ocasiones había que tener mucha paciencia, incluso años de paciencia. "Pero al final -me dijo-, la gente te enseña su lado bueno. Casi todo el mundo tiene un lado bueno. Tú, espera. Saldrá a la luz".


  • Fijarse en lo que hacen, no en lo que dicen.
    Mi colega me dijo: "Me ha constado mucho tiempo, pero al final lo he entendido. En lo referente a los hombres que se interesan por una en un sentido romántico, la cosa es muy simple. Tienes que pasar por alto todo lo que dicen y fijarte en lo que hacen".


  • Cliché.
    INTENTANDLO, INTENTADLO con un cliché.
    Adoro los clichés. Al menos, muchos de ellos. Siento un gran respeto por los dichos de siempre. A mi entender, la razón por la que se repiten es que acostumbran a dar justo en el clavo.
    Los educadores no deberían tener miedo a los clichés. ¿Sabías por que? ¡Porque los chavales no los conocen! Son un público nuevo al que los clichés pueden inspirar. Lo he visto pasar una y otra vez en mis clases.
      Baila con el que te trajo al baile... Nos recuerda el valor de la lealtad y el reconocimiento.
      La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad...
      Tanto si piensas que puedes como si no, tienes razón


  • La experiencia.
    La experiencia es lo que queda cuando no consigues lo que querías.
    ...
    Es una frase que vale la pena tener presente cuando nos topamos con un muro, con una decepción. También nos recuerda que el fracaso no solo es aceptable, sino, a menudo, esencial.
    ...
    La experiencia es lo que te queda cuando no consigues o que querías. Y con frecuencia la experiencia es lo más valiosos que puedes aportar.


  • Gratitud.
    Mostrar gratitud constituye una de las cosas más sencillas y poderosas que un ser humano puede hacer por otro. Y pese a mi aprecio por la eficiencia, considero que las notas de agradecimiento deben hacerse a la antigua, con bolígrafo y papel.
    ...
    Cuando les daba este mismo consejo a mis estudiantes no buscaba que empezaran a urdir estratagemas intrigantes, aunque sé que algunos lo entendieron así. Mi consejo iba más en la línea de que comprendieran que en la vida pueden hacerse cosas respetuosas y consideradas que el destinatario sabrá apreciar y de las que solo pueden derivarse buenos resultados.


  • Atajos.
    Mucha gente busca atajos. Yo he descubierto que el mejor atajo es el camino más largo, que básicamente consta de dos palabras: trabajo duro.


  • Haced por los demás lo que alguien hizo por vosotros.
    Siempre me ha gustado decirles a mis alumnos: "Haced por los demás lo que alguien hizo por vosotros". Que era lo que me esforzaba en conseguir llevándolos a Disney World o hablándoles de sueños y metas.


  • En el desierto sólo tienes lo que te has llevado contigo.
    A menudo les digo a mis alumnos: "En el desierto sólo tienes lo que te has llevado contigo". Y en esencia el desierto es cualquier lugar menos el hogar o la oficina. Así que llevad dinero encima. Llevad recambios. Imaginad a los lobos. Coged una bombilla. Preparaos.


  • Disculpas.
    Con las disculpas no basta con aprobar o suspender. Como solía insistirles a mis alumnos: cuando uno se disculpa, cualquier actuación por debajo del sobresaliente equivale a un suspenso.
    Las disculpas desganadas o poco sinceras a menudo son peores que no disculparse en absoluto porque el que las recibe se siente insultado.


  • La verdad.
    Si solo pudiera dar tres palabras de consejo, serían: "Decid la verdad". Si pudiera añadir tres más, serían: "Por siempre jamás". Mis padres me enseñaron que una persona vale lo que vale su palabra; no hay mejor modo de explicarlo.
    La sinceridad no solo está bien desde el punto de vista moral, sino que además es eficiente. En una cultura donde todo el mundo dijera la verdad, se ahorraría tiempo en comprobaciones.


  • Corazón.
    Mi mensaje es el siguiente: hay más de un modo de medir los beneficios y las pérdidas. En todos sus niveles, las instituciones pueden y deben tener corazón.


  • Actitud.
    Volví al huerto de fresas y el trabajo siguió sin gustarme. Pero había escuchado a mi padre. Cambié de actitud y me esforcé un poco más con la azada.


  • Tenacidad.
    Cuando estaba en el último año del instituto, solicité el ingreso en la Brown University pero no lo conseguí. Me quedé en la lista de espera. Llamé a la oficina de admisiones hasta que terminó por decidir que podía aceptarme. Vieron cuánto deseaba ingresar. La tenacidad me permitió sortear ese muro.
    ...
    Hasta que subí al escenario para dar mi última clase magistral, nunca les había contado a los estudiantes ni a los colegas de Carnegie Mellon que habían rechazado mi solicitud de admisión. ¿De qué tenía miedo? ¿De que no me consideraran lo bastante inteligente para merecer su compañía? ¿De que me tomaran menos en serio?
    Es interesante los secretos que uno decide revelar al final de su vida.
    Debería haberme pasado años contando la anéctoda de mi admisión porque tiene una moraleja: si deseas algo lo suficiente, no te rindas nunca (y acepta un empujoncito si te lo ofrecen)


  • Derechos y responsabilidades.
    En Estado Unidos hemos insistido mucho en la idea de los derechos de la gente. Así debe ser, pero no tiene sentido hablar de derechos sin mencionar también las responsabilidades que conllevan.
    Los derechos tienen que nacer de algún sitio, y ese sitio es la comunidad. A cambio, todos nosotros tenemos una responsabilidad para la comunidad. Algunos lo llaman "el movimiento comunalista" pero para mí se trata de simple sentido común.